- ¿Qué pasa si tiras un pato al agua?
- Nada.
Chistes Varios
La crisis explicada para gente de a pie
Por Javier Sanz, España
Si te superan las explicaciones y cuestiones macroeconómicas de esta crisis galopante que nos azota, aquí tienes una explicación fácil y sencilla de un asesor financiero para la gente de a pie, que bastante tenemos con la microeconomía del hogar, entienda sus causas.
Ejemplo:
Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran. Buena parte de la población le vendió sus animales.
Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos.
Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.
Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.
Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno. Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.
Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.
Consecuencias:
La aldea quedó llena de burros y endeudados.
Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.
Quienes habían prestado dinero se quejaron al Ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo el pueblo.
Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero éstos, ya cobrada gran parte del dinero, sin embargo, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.
El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado.
Entonces pide dinero a otros Ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.
El resultado:
Los listos del principio, forrados.
Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda.
Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida.
El Ayuntamiento igualmente arruinado.
Solución:
Para solucionar el problema económico y salvar a todo el pueblo, el Ayuntamiento decidió bajar el sueldo a sus funcionarios.
De jefe a empleado:
- Este es el cuarto día que usted llega tarde esta semana. ¿Qué conclusión saca de eso?
- Que hoy es jueves...
Osos Polares
Un osito polar con su gorrito rojo se dirije a su papá (tap tap tap tap) y le pregunta:
-"Papi, nosotros somos ositos polares, verdad?" y su padre le contestá:
-"claro que sí, hijo mio...", -"vale" contesta él, y se dirigió hacia su mamá (tap tap tap tap) y le pregunta:
-"Mami, seguro que somos ositos polares?" , a lo que la madre le contesta: -"pues claro que si, hijo mio, somos ositos polares." -"vale!", y se fué a ver a su abuelito, (tap tap tap tap).
-"abuelito, seguro seguro que somos ositos polares?", -"pues claro que sí ! pero, a que viene tanta pregunta?"
-"es que...... tengo frío"
El hijo le comenta al padre...
- Íbamos yo y Nacho.
- No hijo, íbamos Nacho y yo.
- ¿Cómo? ¿entonces yo no iba?
Madre no hay más que una
En la clase de Jaimito estaban estudiando el sentido de diversas frases hechas. Tras explicar el significado del refrán "Madre no hay más que una", el maestro, para ver si los alumnos lo han entendido, dice:
- A ver, Pedrito. Haz una breve narración que incluya la frase "Madre no hay más que una".
Estaba yo enfermito en la cama, con mucha fiebre, y vino mamá, me dio un vaso de leche caliente con una aspirina, me besó en la frente, y yo pensé: Madre no hay más que una.
- Muy bien. Ahora tu, Carlitos.
El pasado domingo, mi mamá me llevó a la playa, jugó conmigo, construimos juntos un castillo en la arena mientras yo pensaba: Madre no hay más que una.
- Excelente, ahora tu, Jaimito.
Estaba solo en casa, como siempre, cuando llegó mi madre borracha, como siempre, acompañada de un amante distinto, como siempre, y me gritó: "Tu, capullo, tráenos dos cervezas". Y yo fui a la nevera, miré y le dije: "Madre. No hay más que una".
El Infierno y el Paraíso
Un día, mientras camina por la calle, una mujer de éxito, directora de una importante multinacional, es trágicamente atropellada por un camión y muere.
Su alma llega al Paraíso y se encuentra en la entrada a San Pedro en persona, quién le dice:
"Bienvenida al Paraíso. Antes de que te acomodes, parece que hay un problema. Verás, muy raramente un ejecutivo ha llegado aquí y no estamos seguros de qué hacer contigo".
"No hay problema, déjame entrar", le dice la mujer.
"Bueno, me gustaría, pero tengo órdenes desde lo más alto. Lo que haremos será hacerte pasar un día en el Infierno y otro en el Paraíso, y luego podrás elegir dónde pasar la eternidad".
"De hecho, ya lo he decidido. Prefiero estar en el Paraíso", dice la mujer.
"Lo siento, pero tenemos nuestras reglas". Y con esto San Pedro acompaña a la directora al ascensor y baja, baja, baja hasta el Infierno.
Al llegar, las puertas se abren y se encuentra justo en medio de un verde campo de golf. A lo lejos hay un club y de pie delante de ella están todos sus amigos colegas directivos que habían trabajado con ella, todos vestidos con traje de noche y muy contentos. Corren a saludarla, la besan en las dos mejillas y recuerdan los buenos tiempos. Juegan un agradable partido de golf y luego por la noche cenan juntos en el club con langosta y caviar. Se encuentra también al Diablo, que de hecho es un tipo muy simpático y se divierte mucho contando chistes y bailando. La directora se está divirtiendo tanto que, antes de que se dé cuenta, es ya hora de irse.
Todos le dan un apretón de manos y la saludan mientras sube al ascensor. El ascensor sube, sube, sube, y se reabre la puerta del Paraíso, donde San Pedro la está esperando.
"Ahora es el momento de pasar al Paraíso". Así que la mujer pasa las 24 horas sucesivas saltando de nube en nube, tocando el arpa y cantando. Se divierte mucho y, antes de que se dé cuenta, las 24 horas ya han pasado y San Pedro va a buscarla.
"Entonces, has pasado un día en el Infierno y otro en el Paraíso. Ahora debes elegir tu eternidad".
La mujer reflexiona un momento y luego responde: "Bueno, no lo habría dicho nunca, quiero decir, el Paraíso ha sido precioso, pero creo que he estado mejor en el Infierno".
Así que San Pedro la acompaña hasta el ascensor y otra vez baja, baja, baja, hasta el Infierno.
Cuando las puertas del ascensor se abren se encuentra en medio de una tierra desierta cubierta de basura y desperdicios. Ve a todos sus amigos, vestidos con harapos, que están recogiendo los desperdicios y metiéndolos en bolsas negras.
El Diablo la alcanza y le pone un brazo en el cuello.
"No entiendo", balbucea la mujer. "Ayer estaba aquí y había un campo de golf y un club y comimos langosta y caviar y bailamos y nos divertimos mucho. Ahora todo lo que hay es una tierra desierta llena de desperdicios y todos mis amigos parecen unos miserables".
El Diablo la mira y sonríe.
"Ayer te estábamos contratando. Hoy eres parte del personal".
Una clase Kirchnerista
Una maestra patagónica explica en clase que ella es Kirchnerista y pide que levante la mano todo el que también sea seguidor del Kirchnerismo.
Todos en clase levantan la mano diciéndose Kirchneristas, excepto una niña que estaba sentada al fondo del salón.
La maestra la miró con sorpresa y preguntó:
- Susanita, ¿Por qué no levantaste la mano?
- Porque no soy Kirchnerista, señorita (responde de forma sobradora)
La maestra extrañada preguntó de nuevo
- Caramba y si no sos Kirchnerista, entonces ¿con quién simpatizas?
- Con los peronistas de Perón (respondió orgullosa la niña)
La maestra cuyos oídos no podían dar crédito a algo así exclamo:
- ¿Susanita, hija mía? ¿No ves que esos se quedaron en el 45? ¿Que pecado cometiste para ser peronista de Perón?
La niña muy tranquila respondió:
- Mi madre es peronista de Perón, mi padre es peronista de Perón y mi hermano también es peronista de Perón. Por eso yo también soy peronista de Perón!! (Remató orgullosa y convencida la pequeña)
- Bueno (replico irritada la maestra) pero eso no es motivo para ser peronista de Perón. Vos no tenés por que ser lo que son tus padres... por ejemplo, si tu madre fuera una abogada corrupta, tu padre ladrón y tu hermano un vago alcohólico y traficante, entonces vos que serías?
- Seguramente Kirchnerista, señorita.
El cucharón de plata
La mujer de Carlitos viaja a EEUU por 6 meses por razones de trabajo.
Carlitos, por supuesto, contrata una sirvienta despampanante para los quehaceres domésticos…
Un día se comunica la suegra y anuncia que llegará a cenar.
Durante la cena la viejecita percibe lo atractiva y sensual que era la sirvienta. Después de la cena empieza a imaginarse que algo está ocurriendo entre su yerno y la sirvienta y empieza a insinuar… Comenta sobre el arduo trabajo que está haciendo su hija en tierras lejanas, todo para traer dinero a casa…
Carlitos lee los pensamientos de su querida suegra:
- Yo sé lo que está pensando pero créame que nuestra relación es netamente laboral…
Ambos dejaron de hablar del tema y luego la suegra se fue. Una semana después la sirvienta le dice a Carlitos:
- Después de la visita de su suegra desapareció el cucharón de plata, ¿Puede ser que ella se lo haya llevado?
A lo que Carlitos contesta:
- Yo sabía que esta arpía podía hacerlo todo… menos robar. De todas maneras le escribiré un e-mail para estar seguro.
Carlitos le escribe un e-mail a su queridísima suegra con copia para su mujer:
- Querida suegra, yo no insinúo que se haya llevado de casa el cucharón de plata, pero es un hecho que desde su última visita ha desaparecido el cucharón de plata de casa.
Al día siguiente Carlitos recibe un e-mail de su suegra con copia para su mujer:
- Mi querido yerno, yo tampoco quiero decir que te acuestes con la sirvienta, pero es un hecho que si ella hubiese dormido en su cama, hace tiempo habría encontrado el cucharón que yo misma deposité bajo su almohada.
Un día no muy común de visita, a la casa de la suegra llegó el yerno, entonces la señora le preguntó:
¿Y tú, qué estás haciendo aquí?
Y él le contestó:
- Es que me peleé con su hija y me mandó al infierno.